Análisis

Bitcoin, un futuro alentador

Manuel Serna es economista

Bitcoin, un futuro alentador
Manuel Serna.

«No creo que el bitcoin llegue a usarse ampliamente para transacciones».  Janet Yellen

Asistimos a una apasionante confrontación a nivel mundial entre detractores y partidarios de las criptomonedas. Los primeros, encabezados por bancos centrales, gobiernos y demás actores del sistema económico tradicional, intentan preservar su control sobre el dinero. Los segundos, empresas Fintech, usuarios particulares, empresas e instituciones abanderados por Elon Musk, que apuestan fuerte por el bitcoin.

Veremos nuevas legislaciones en Europa, Estados Unidos y otras naciones intentando limitar el uso del bitcoin, pero resultará beneficioso tanto para los usuarios que ganarán en seguridad, como para las empresas del sector que tendrán un marco regulatorio claro sobre el cual asentarse.

El bitcoin tiene un futuro prometedor como depósito de valor. La Comisión Nacional de Mercados y Valores (CNMV) alerta de que los inversores en bitcoin corren el riesgo de perder mucho dinero, pudiendo ser incluso el total de la inversión realizada.

Por su parte, Goldman Sachs advierte de esta popularización en la inversión en criptomonedas y pone de manifiesto como el 40% de los clientes del megabanco estadounidense invierten en estos momentos en bitcoin. Esta tendencia responde al espectacular incremento de la rentabilidad del criptoactivo, que en 2020 alcanzó el 302%.

Una revalorización que se ve clara cuando la comparamos con el valor de materias primas, como puede ser el oro: en marzo de 2017 un bitcoin equivalía a una onza de oro, ahora, en marzo de 2021, un solo bitcoin equivale ya a 30 onzas de oro.

Sin embargo, existe un elemento que juega en su contra: la volatilidad. Este hándicap deriva de la concentración en pocas manos de dicho activo. Y es que, tan sólo son necesarios 80 millones de euros para poder mover la cotización del bitcoin. Con el tiempo, es probable que se incorporen nuevos actores al ecosistema bitcoin y las fluctuaciones sean de una menor intensidad. Sería entonces cuando se le reconocería como un buen depósito de valor.

Turismo

Si usted ha pensado en viajar a algún país -supongamos que hablo de Colombia- una vez pasada la pandemia, se le plantean varios problemas: ¿Cambio la moneda en mi banco o cuando llegue al aeropuerto? ¿Lo hago en el primer cajero que vea? ¿Aceptarán euros los taxistas? ¿Tendré que pagar comisiones? ¿Qué tipo de cambio me aplicarán? Como ven, aparte de tener una sensación de inseguridad y un cierto estrés, el poder adquisitivo de su viaje se verá reducido.

Supongamos ahora que somos ciudadanos argentinos y nos planteamos un viaje a Europa. Tendremos la misma problemática que en el supuesto anterior, pero, además, un añadido de mayor magnitud: tendremos que reservar con antelación nuestro viaje en euros y, para cuando viajemos, nuestra divisa podría haberse devaluado, generando nuevamente un incremento en los costes.

Cuando en cualquier mercado hay una necesidad de un bien que no existe en ese momento, generalmente este termina apareciendo. El bitcoin está totalmente vigente y es muy probable que pueda satisfacer todas esas necesidades. La llegada de una moneda mundial para el turismo tendría un efecto multiplicador, dinamizador y acelerador de este sector.

Comercio Exterior

A nivel mundial existe una auténtica Torre de Babel de divisas que dificulta, entorpece y encarece las transacciones. Existe la necesidad de hablar un mismo lenguaje, un lenguaje monetario común. Aunque no se perciba, el euro fluctúa continuamente con respecto a otras divisas, en un movimiento que se podría asemejar al de unos planetas con otros.

Situándonos desde la visión de un importador en una operación extracomunitaria, las fluctuaciones en el tipo de cambio, desde que cerramos el acuerdo hasta que se produce la transacción, puede suponer un encarecimiento considerable de la operación.

Si a esto le añadimos los costes asociados al cambio de una divisa a otra, más la contratación de un seguro para evitar las oscilaciones cambiarias, tenemos un conjunto de sobrecostes que nada tienen que ver con la compraventa del producto o servicio en sí.

Tenemos nuevamente una demanda latente de un producto que puede ser satisfecha por el bitcoin, que a su vez puede actuar como un auténtico revulsivo de la economía mundial. En España las exportaciones suponen aproximadamente el 24% de la riqueza nacional.

Dentro de los ciclos de cualquier producto, hemos pasado de la fase de introducción en el mercado a la fase de crecimiento que, por tratarse de una moneda, lo hemos denominado depósito de valor. En una etapa posterior se utilizará como medio de pago, de manera masiva o bien circunscrito a ciertos sectores como los ya descritos y, por último, se llegaría a la etapa de unidad contable en la que cada producto tendría un precio asignado en bitcoin.

Parece aconsejable el incluir el bitcoin dentro de nuestro portfolio de inversión al bitcoin en función de la aversión al riesgo. Aunque es muy probable que, dentro de alguno de los ciclos ya mencionados, lo veamos judicializado, perseguido y en algunos países hasta prohibido, seguirá su proceso.

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